lunes, 14 de abril de 2008

Nos vamos entendiendo

Para el escritor por consigna, la subjetividad en las opiniones rabiosas vertidas acerca del movimiento en defensa del petróleo, es completamente válida, e incluso se podrían utilizar estas opiniones como prueba de laboratorio. Esto nos explica por qué el diagnóstico apresurado y “espótico”, es decir un discurso con tintes mercantilistas (como si se nos tratara de vender crema para las arrugas), le basta al escritor por consigna para justificar la privatización de la industria petrolera mexicana.

Sin embargo, el plan de acción mediático del escritor y/o locutor por consigna, está muy pobremente definido, ya que vacila entre meditaciones sempiternas acerca de la naturaleza del “caudillo” (que si es un tiburón, o un pez o un luchador social o una tanqueta, para después concluir que todo es lo mismo) y el pragmatismo que adjudica a los intereses electorales la disposición a la pérdida de capital político por parte del partido del “caudillo”. Sí, ya se que no tiene sentido, pero para entender mejor éstas intrincadas conexiones mentales, sólo basta comenzar a deshacer conexiones lógicas, como en el caso del diagnóstico de Georgina Kessel en el que separa por completo “la ruina” en que se encuentra PEMEX, de las acciones que originaron ésta catástrofe.

Esquematizar cuestiones básicas y superficiales al puro estilo plaza sésamo, incluyendo lugares comunes, puede llevar a resultados confusos pero favorables para el sistema (al menos eso creen). Pero procedamos a tratar de descifrar la concepción de la frase “Debate Nacional” que tiene el escritor y/o locutor por consigna.

Debate: dícese de los acuerdos muy políticos y poco técnicos tomados exclusivamente en el Congreso. Congreso es la institución que, carece de credibilidad cuando se discute si se le permite a privados contratar tiempos aire para favorecer candidatos a cargos públicos, pero que es altamente confiable cuando se trata de la industria petrolera. El congreso representa al pueblo. Entiéndase la palabra pueblo como el conjunto de analfabetas que debe admitir alienaciones individuales y colectivas sin exigir nunca que se respeten las garantías individuales, y que se ejerza una verdadera democracia. Democracia: dícese de la doctrina política que se ha reducido a la práctica consistente en convencer valiéndose de la mercadotecnia a los más que se pueda para votar a un aspirante, para que después triunfe en la “elite” intercambiando ética por poder, o principios por cheques, o autonomía de pensamiento por cariñitos, empeñando en ello el futuro del país. Llámese país al territorio que ocupan millones y millones de “minorías” (como llama sagazmente el maestro Pepe Cárdenas a todos los que no están de acuerdo con él), que terminan bailando con la más fea (y no me refiero a Ruth Zabaleta en específico), cada que entra una reforma que sólo ve por una docena de familias (y me estoy viendo generosa en la cifra). Familia es el núcleo del poder fáctico en México, por servir como forma primaria de organización delictiva.

Así pues, el debate nacional concebido en los estudios de radio y televisión, debería ser entendido como los acuerdos políticos tomados en una institución que a veces no merece credibilidad y a veces sí, en la que se intercambian cariñitos para representar a los analfabetas que deben votar y luego callarse, por el bien del país, es decir, las minorías que deben obedecer el mandato de Las Familias que ostentan un poder de facto.

Ahora sí, nos vamos entendiendo.