EL PAN, al fin y al cabo discípulo ideológico del salinismo o, mejor dicho, del neoliberalismo salvaje que todo lo deshumaniza, aprendió bien la lección: para poder rapiñar a gusto las arcas públicas es necesario desprestigiar a quienes puedan representar un obstáculo en sus ambiciones de dinero y poder. Por ello la cantaleta de Acción NAZIonal contra el Peje acusándolo de "alborotador", "agitador político", "violento", "radical", etc.
Como focas amaestradas, los panistas aplauden todos a una cuando uno de los suyos se rasga las vestiduras pidiendo "serenidad política", "concordia" y "no a la violencia". No importa que quien haga el llamado sea un gusano insignificante como Germán Martínez Cázares, ellos igual aplauden. Por algo les pagan, y es más que sabido el odio que la derecha panista le tiene a López Obrador, blanco de todas sus diatribas.
Nada más que sapitos como Martínez Cázares convenientemente no abren la boca cuando un buey de su corral sale con pendejadas como ésta:
En Guanajuato, el senador panista Ricardo Torres Origen propuso sacar a
“puntapiés” a los militantes del FAP que ocupan las tribunas legislativas
federales. “Estoy seguro que más de uno de los senadores estaría en posición de
entrarle a los cocolazos para despejar la cancha”, dijo Torres Origel.
¿Esos son los "pacíficos" que hipócritamente se colgaron un moñito blanco en la solapa, como una forma copiada, chafa y estúpida de tirarle mierda al Peje con el pretexto del "respeto a la ley" en el asunto del desafuero? ¿Quién es ese imbécil que cobra como senador cuando debería hacerlo como vil porro al servicio del enano alcohólico y de su mujercito español?
Lo repito y lo repetiré cuantas veces sea necesario: los panistas DAN ASCO.